Querida Lissette:
Estos dos párrafos de tu texto los copio aquí para que todo el que lea este comentario los relea, porque tenemos que repetirlos como mantra cada mañana frente al espejo, memorizarlos, aprenderlos en lo profundo, hasta que dejen de ser palabra en nosotros, hasta que se vuelvan gesto, caricia, acción solidaria, memoria corporal…
“Imaginemos que es posible tomar decisiones en grupos grandes o pequeños, incluso en relaciones de pareja, que no sean dominadas por gestos jerárquicos, sino por afirmaciones y decisiones horizontales. Imaginemos que se articulan a partir de razones, argumentos y beneficios para el bien común. Imaginemos que nos atrevemos a ser audaces, a estirar la cuerda más allá de los límites del razonamiento democrático dominante y nos podemos imaginar otro entendido social, menos autoritario, menos violento, menos atroz.
Existe nuestra utopía. Existe. Solo basta que nos convenzamos de su deseabilidad urgente en cada uno de los resquicios de nuestro diario vivir. Solo basta con que nos salgamos de linderos imaginarios que inventamos nosotrxs mismxs. Solo basta con que demandemos hacerlo diferente y lo hagamos porque ya este arreglo centenario de la democracia leve no nos sirve para nada. Abandonemos sus engañosos encantos.” Lissette Rolón
Pero “en lo que” se vuelve gesto la palabra acepto tu invitación a imaginar, a avivar la imaginación política. Esa de la que nos habló también Anayra en su presentación a la “conferencia” de Fernando Savater (me pude haber ahorrado a Fernando, pero que bueno que fui para escuchar a Anayra) cuando citaba a Oscar Wilde diciendo: “Un mapa del mundo que no contenga la isla de Utopía no vale la pena mirarlo siquera…”
Me declaro optimista pato-lógico: ¡Imaginemos juntos!!!
Bernat